Una mañana cualquiera me mire al espejo. Mientras me cepillaba los dientes, el espejo me devolvió una mirada extraña.

-¿Qué miras?

Sin saber porqué, contesté al espejo.

- A ti.

-¿Y por qué me miras si no soy más que tu reflejo? Soy tú.

Sin darme cuenta, aquel reflejo se me antojó aterrador e inhumano. Era yo... y sin embargo, no lo era.

Le dí un puñetazo al espejo, con la esperanza de que al romper el espejo, todo volviera a como había sido antes...

Pero no fue así, al hacerlo, el reflejo tomó forma.

- Soy Asiul.

Era tan parecida a mí, que podría pasar por mi misma. Era tan diferente, que me era totalmente desconocida.