photo © 2005 Elvert Barnes | more info (via: Wylio)
En realidad llevo meses pensando en escribir esta entrada, desde que escuché a Vargas Llosa recibir el Nobel y comentar sus primeros escritos, y nunca me he atrevido a hacerlo. Pero despidiéndome de Harry Potter, se me ocurrió hablar de esa otra vida, de esas otras lecturas que hagan que me emocione.
Hay muchas formas de leer, pero una de ellas es esa en la que los personajes te roban el corazón; cuando un personaje deja de ser el prisionero de un libro y se convierte en una parte de ti, tú no quieres que quede prisionero entre las páginas de ese libro, tú quieres que ese personaje siga vivo…
Según recuerdo de mis clases en la universidad, había una teoría que decía que la toda obra literaria tenía huecos que deberían ser llenados por el lector; así la experiencia de la lectura sería diferente para cada lector (si no recuerdo mal era de Yser).
Esos son los dos principios básicos en los que se basa el fanfiction. Un fanfiction es una historia escrita por fans y para fans.
Aunque pueda sonar a algo estúpido, a mi me sigue pareciendo impresionante que haya tanta gente que escriba y comparta sus historias. Para que os hagáis una idea en este momento hay más de 500,000 historias sobre Harry Potter subidas a ff.net.
La experiencia del fanfic es totalmente diferente a la experiencia de leer un libro. En primer lugar porque se asemeja al inicio de la novela, cuando era publicado en fascículos… Para saber lo que les pasa a continuación a los personajes tendrás que esperar a la siguiente actualización (y os aseguro que hay ocasiones en las que la espera es francamente angustiosa).
La segunda diferencia es la cercanía con el autor… Yo jamás me atrevería a escribir a Rowling o a otros autores, (mucho menos con Tolkien, que lleva sus añitos viendo crecer los enanos), pero sí me atrevo a escribirme con autores de fanfics. En primer lugar porque me emocionan, en segundo lugar porque tienen algo en común conmigo: aman tanto un personaje que le han querido dar más vida que la que queda en el libro. Si queréis os cuento que cuando me respondió Silverfox, autora de My name is Sev…erus, yo saltaba de alegría en la habitación del ordenador y mi madre pensaba que estoy loca. De todas formas no es necesario mandarle un mail al autor, simplemente con dejarle un comentario (la famosa frase “su comentario es mi sueldo”) es increíble. Hay comentarios que van sólo al “me gusta, sigue”; pero hay comentarios que son autenticas críticas literarias… Aquí tengo que decir una cosa, los españoles somos muy vagos para comentar.
¿Y la calidad? Pues sinceramente, hay de todo… Hay fanfics que son basura, pero hay autenticas obras de arte… Gente que escribe los años de los merodeadores o de las siguiente generación en Hogwarts, gente que escribe sobre la infancia de Legolas o el ascenso al poder de Voldemort… Hay fanfics que superan en mucho al libro original, por la sencilla razón que respetan tanto a los personajes, están hechos con tanto cariño que son increíbles: bien documentados, bien escritos, amenos…
Y también están los fanfics malditos… aquellos que se empiezan y nunca se volvieron a actualizar.
Comencé hablando de Vargas Llosa y acabaré con la cita exacta que inspiró este post, porque al fin y al cabo… él también fue fanfiquer.
La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras.
PD: Muchas gracias a todas esas personas que con sus fanfics me han hecho y me hacen reir, llorar, emocionarme y maldecir cuando abro el correo y no tengo la alerta de actualización.
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