Hay libros que no sabes porqué decides leer. Y ese es el caso de El color púrpura de Alice Walker.

Hace muchos años, la película dirigida por Spielberg fue una de aquellas primeras pelis que vi en inglés, con subtítulos en el VHS de mis padres. Una película dura y difícil de entender, no sólo por su gran contenido en vernácula, sino porque una niña de once o doce años no es capaz de entender el dolor que transmite la película.


Sin embargo, hace unos meses, volví a ver la película. Y quise leer el libro. No sabéis lo mucho que me alegro de eso. El libro es en cierto modo superior a la película, y no por el tan manido “es que un libro siempre es mejor que una película, sino porque en el libro no existe esa carga de odio que te da la sensación de tener el final de la película.


Celie sigue siendo Celie y todas las desgracias, son mucho más “reales” cuando las ves en una película que cuando las lees (porque cuando yo leo que alguien lo está pasando mal, en cierto modo me abstraigo y no le presto tanta atención a los detalles), sin embargo, “la Celie del libro”, es mucho más libre. Mucho más libre en primer lugar porque es capaz de amar, y ama abiertamente a Shug, sin importarle el que dirán, sólo porque la ama; pero principalmente, “la Celie del libro” es capaz de perdonar. Al final de la peli, Celie se reencuentra con su hermana y con sus hijos, y Albert, sigue su vida desgraciado, pagando todas las desgracias que ha infligido a Celie. Un final nada apropiado para la bondad que transmite Celie. Y es que el final no es así. Celie es capaz de perdonar a Albert, porque Albert es capaz de comprender que debe respetar a Celie, a Shug, a todas las mujeres.



Comments (0)

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...