Dice una canción de Gardel, que veinte años no es nada... Cinco años, no es nada, y sin embargo es toda una vida. Porque si me fui de Úbeda sin saber quien era, vuelvo sabiendo quien soy. He vivido muchas cosas, muchas de las cuales, no hubiera pensado poder hacer, como irme al quinto pino, debatir sobre nada y tomar cafés sin ninguna pretensión más que la de pasar la tarde.
He conocido a mucha gente, gente buena, gente mala. Cada cual me ha dejado su marca y me ha ayudado a conocerme, porque no somos nada sin el reflejo que dejamos en los demás. Y he aprendido muchas cosas; de literatura, de lingüística, de la vida...
Podría irme con sentido de derrota, con las lágrimas que llevan varias noches escapándose cuando no quiero hacer algo. Pero es que no quiero, porque vuelvo, pero es temporal. Tiene que ser temporal. Porque ahí fuera hay un mundo esperándome y sólo voy a coger todo el impulso que pueda para algún día volar, sino alto hasta encontrar mi sitio.
Podría irme, como dice Gardel, con la frente marchita. Pero no lo haré... La vida es corta, y yo sabía que este día tendría que llegar algún día. No quiero volver a casa de mis padres, pero tengo que hacerlo... el problema no son ellos, soy yo... ¿seré capaz de volver a tener que pensar en el que dirán en un pueblo pequeño? En Jaén he disfrutado de mi vida anónima, o aparentemente anónima... Y ahora...
Pero si cinco años no es nada... un año, porque el año que viene espero aprobar las oposiciones (y no es que espere, es que el día 5 de julio empezaré a estudiar) y volveré a volar, es un suspiro... espero que esta vez para siempre.
Comments (0)