Viviendo dónde vivo, habiendo estudiado dónde he estudiado (pensad que si escupís a un lado, escupreis a al tumba de San Juan de la Cruz [¿Qué tumba? Si se lo llevaron en 1593, leed el Quijote si no me creeis] y si escupís al otro, escupireis al lugar de nacimiento de Joaquin Sabina) y habiendo pasado tantos recreos bajo "Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura y yendolos mirando, con sóla su figura, prendados los dejó de su hermosura" creo que no puedo dejar pasar un 14 de diciembre sin leer un trocito de su obra.
Cuando tuve que leer (y escuchar cantado) el Cántico Espiritual en ¿tercero de la ESO? Recuerdo dos cosas: La primera es que aquello era "demasiado porno" (frases textuales, que tiempos aquellos) para haber sido escrita por un cura. La segunda es que La Noche Oscura era mi parte favorita aunque no me la hubiera tenido que leer... Bueno, tambien que no entendía porque "El Pastorcillo" (o título semejante) hablaba de un Cristo Crucificado, porque nadie de la clase lo vio... (Ya sabeis niños, la literatura es estudiarse lo que dice otra persona que el texto dice) y que aquel cassette en el que un coro cantaba el cántico espiritual (que fue lo que pusieron en mi boda, y no las "marranás" esas de la marcha nupcial) aburría a un muerto.
Pero bueno, nunca me arrepentiré de que me obligaran a leerlo y a descubrirlo, y aunque no debería haber excusa para leer a San Juan de la Cruz, hoy es la excusa perfecta, ya que se conmemoran 418 años de su muerte.
(Por cierto, de pequeña mi abuelo me llevaba a un puente dónde la gente dice que ocurrió uno de los milagros de este hombre, algo sobre la aparición de unos esparragos trigueros... ya os he dicho que es imposible no ser un poco "sanjuanista" siendo de dónde soy)
Noche Oscura
Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual.
En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que el alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
En mi pecho florido
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
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