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Cuando mi hermano hizo la primera comunión le regalaron un casete. Reproducía cintas y la radio y pare usted de contar, pero de aquel regalo hizo que yo lo mirara con tanta envidia. Además, nunca me dejaba usarlo, así que yo seguía con aquel reproductor de cintas viejo que mi padre me había dado de su época joven. Cuatro años más tarde, yo hice la comunión, esperaba que alguien me regalara un casete, pero no… a mí sólo me llegaron muñecas feísimas que decían oraciones como si estuvieran poseídas y muchos libros, muchos de los cuales no me gustaban.
Un poco más tarde, mi hermano recibió su primer radio despertador. Y yo simplemente quería escuchar música, pero seguía sin casete, sólo aquel reproductor de cintas que no parecía romperse por muchas veces que es cayera de la mesita. Y un día, mi padre se compró un radio despertador más moderno y yo heredé el antiguo. Faltaba poco para que yo empezara el instituto.
Ese día empezó la historia de amor más duradera que he tenido en mi vida. Mientras mis compañeros escuchaban exclusivamente los cuarenta principales, yo aprendí a mover el dial y así, Iñaqui Gabilondo, Carlos Llamas, Carlos Herrera, Gemma Nierga, Iker Jimenez, Santiago Carillo, Paco González y un largo etcétera se convirtió en la banda sonora de mi vida. Escuchaba mucho la SER, pero también RNE, Kiss FM, la COPE… iba buscando algo que me apeteciera (el que menos oía era Canal Sur Radio, aviso).
Así, crecí escuchando como ETA había asesinado a Ernst Lluc, o que el Principe se había prometido con una tal Letizia Ortiz, Santiago Carrillo hablando sobre un señor con bigote, el atentado del 11-M…. La radio era el autentico hilo conductor de mi vida.
Mi madre solía decir que para saber si yo estaba en casa bastaba con prestar atención y mirar si se oía alguna radio en casa… siempre en un segundo o tercer plano, yo tenía la radio puesta.
Y no sé por qué, si porque el mundo da mucho asco o porque me cansé de escuchar, llevo unos meses sin escucharla. El radio despertador lleva parpadeando semanas, sin que me atreva a ponerlo en hora. Me imagino que entre los muchos cambios en mi vida está el aprecio al silencio, que antes me ahogaba, que ahora me arropa…
Así que me temo que el 2011 será el año en el que finalmente apagué la radio.
Cuando mi hermano hizo la primera comunión le regalaron un casete. Reproducía cintas y la radio y pare usted de contar, pero de aquel regalo hizo que yo lo mirara con tanta envidia. Además, nunca me dejaba usarlo, así que yo seguía con aquel reproductor de cintas viejo que mi padre me había dado de su época joven. Cuatro años más tarde, yo hice la comunión, esperaba que alguien me regalara un casete, pero no… a mí sólo me llegaron muñecas feísimas que decían oraciones como si estuvieran poseídas y muchos libros, muchos de los cuales no me gustaban.
Un poco más tarde, mi hermano recibió su primer radio despertador. Y yo simplemente quería escuchar música, pero seguía sin casete, sólo aquel reproductor de cintas que no parecía romperse por muchas veces que es cayera de la mesita. Y un día, mi padre se compró un radio despertador más moderno y yo heredé el antiguo. Faltaba poco para que yo empezara el instituto.
Ese día empezó la historia de amor más duradera que he tenido en mi vida. Mientras mis compañeros escuchaban exclusivamente los cuarenta principales, yo aprendí a mover el dial y así, Iñaqui Gabilondo, Carlos Llamas, Carlos Herrera, Gemma Nierga, Iker Jimenez, Santiago Carillo, Paco González y un largo etcétera se convirtió en la banda sonora de mi vida. Escuchaba mucho la SER, pero también RNE, Kiss FM, la COPE… iba buscando algo que me apeteciera (el que menos oía era Canal Sur Radio, aviso).
Así, crecí escuchando como ETA había asesinado a Ernst Lluc, o que el Principe se había prometido con una tal Letizia Ortiz, Santiago Carrillo hablando sobre un señor con bigote, el atentado del 11-M…. La radio era el autentico hilo conductor de mi vida.
Mi madre solía decir que para saber si yo estaba en casa bastaba con prestar atención y mirar si se oía alguna radio en casa… siempre en un segundo o tercer plano, yo tenía la radio puesta.
Y no sé por qué, si porque el mundo da mucho asco o porque me cansé de escuchar, llevo unos meses sin escucharla. El radio despertador lleva parpadeando semanas, sin que me atreva a ponerlo en hora. Me imagino que entre los muchos cambios en mi vida está el aprecio al silencio, que antes me ahogaba, que ahora me arropa…
Así que me temo que el 2011 será el año en el que finalmente apagué la radio.
19:15:00 |
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la bso de mi vida
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