Tartu Dusk 2photo © 2007 Tom Godber | more info (via: Wylio)

Corría 2005. Siempre he sido muy visceral, he vivido con las tripas como me dijo alguien una vez y eso no fue una excepción. Los mejores meses de mi paso por la universidad estaban llegando a su fin y yo no podía soportar la idea de cómo ese microcosmos se derrumbaba ante mis ojos sin poder hacer nada para evitarlo.

Hacía Abril (ya de 2006), me dijeron que me habían concedido la beca Erasmus y el 31 de agosto comenzó mi viaje al Norte.

Toda mi vida se resume es un deseo y es el de salir de Úbeda y aquella iba a ser mi oportunidad. Ahora, muchos años más tarde la veo como la única vez que voy a salir de aquí. No sé porque escogí Estonia (fue mi primera y única opción). Una razón pudo haber sido que desde siempre me había gustado Rusia (y no por Anastasia), otra es que quisiera poner distancia con una realidad que me hacía daño o puede que quisiera ponerme a prueba a mi misma.

De todas las cosas, la que más recuerdo es Näitused, el parque que rodeaba el castillo y que cruzaba para ir a clase de idiomas. Lo vi cambiar de color, pasé frío, calor, paseé, fui a hacer fotos, a comer porgandid pirukas (pastel de zanahoria), a oír música, a llorar, a recitar poemas cuando tenía que aprendérmelos de memoria.

Aquellos meses fueron algunos de los mejores y de los peores de mi vida. Por curiosidades del destino, perdí las fotos de aquel año (dichosos virus). Así que a veces me da la sensación de que todo fue un sueño, embotellé un año de mi vida para bebérmelo en días tristes.

Comments (3)

On 21 de junio de 2011, 23:05 , Jaimemarlow dijo...

Jo, melancólica estás...
En cuanto a salir de Úbeda... No conozco casi nada de tu vída, pero muchas veces ese deseo de salir no tiene nada que ver, en realidad, con la geografía.

 
On 22 de junio de 2011, 11:15 , Lu dijo...

Obviamente poco o nada tiene que ver con la geografía... Gracias por estar aquí tambien

 
On 22 de junio de 2011, 22:02 , Jaimemarlow dijo...

Como de costumbre, creo que no me he expresado bien. Aquí alguien que se expresa mejor que yo:
“¡Qué diferentes somos de Dickinson, en la actualidad! [...] ¿Quién, entre nosotros, siendo poeta, se plegaría a un destino oscuro de solterona en un pueblo? Haría al menos algún intento de fuga. Ella nunca lo hizo. [...] Nosotros vivimos quizá en capitales y nos parecen provincias. Tenemos a nuestro alrededor un montón de gente y nos sentimos excluidos del universo. Estamos llenos de insatisfacción de la cabeza a los pies, siempre ansiosos, nostálgicos, intolerantes. Nos parece pequeño el horizonte que nos aguarda, tenemos la perenne sensación de haber caído en un punto equivocado, y que la porción de horizonte que nos ha tncado es demaisado exigua. Albergamos el pensamiento secreto de que si nos hubiese tocado un espacio mayor del horizonte, y a nuestro alrededor un número más grande de amigos e interlocutores, quizá habríamos podido tener un destino más elevado. No pensamos que los lazos familiares puedan enriquecernos el espíritu, nos han tocado por casualidad y no creemos en la casualidad. [...] Creemos tan solo en nuestras elecciones, y nuestras elecciones son arrogantes, inquietas, caprichosas y agitadas. EStamos, no obstante, siempre con los prismáticos a punto, esperando que aparezca alguna“.

Natalia Ginzburg. Ensayos. Barcelona: Lumen, 2009; 447 pp.; col. Ensayo; trad. de Flavia Company y Mercedes Corral; ISBN: 978-84-264-1713-8.

 
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