No soy gótica. Empecemos por ahí. Tampoco me da miedo la muerte. Y me gusta estar sola. Sobre todo últimamente, cuando los vivos me dan tanto miedo. Así que a veces, me voy al cementerio.
No pilla lejos de casa, y la verdad, cuando tienes que despejar tus ideas, escuchar el Lacrimosa de Mozart en un lugar solitario ayuda mucho. Y siendo realistas, no hay nada más solitario que un cementerio... (bueno, quizás un concesionario de coches tal y como van las cosas)
El cementerio casi siempre está solo. Puede ue haya habido un funeral, y entonces hay flores frescas. Pero generalmente están allí hasta que se marchitan y alguien las quita. Cada vez hay más flores de tela o de plástico, supongo que porque duran más y son más baratas, y a fin de cuentas, los muertos no se van a enterar.
Lo bueno que tiene el cementerio, es que puedes llorar de rabia y todo el mundo pensará que es de pena, así que no te tomaran por loco ni por raro.
Pero esa tranquilidad se rompe durante aproximadamente una semana y media al año. Y es que para "los santos" todos (bueno, yo me niego a ir al cementerio en estas fechas, pero ya sabeis que yo soy rara) vamos a los cementerios a lucir tacones mientras arreglamos las tumbas abandonadas durante el resto del año. Es un acto social como cualquier otro.
Y todos nos acordamos de lo bueno que era el muerto. Porque no sabeis lo mucho que favorece morirse. Tanto que cualquier hijo de puta anónimo pasa a ser una buenisima persona. Y santo, oiga.
Pero mañana, día tres de noviembre, este carnaval se habrá acabado. Y cuando se sequen las flores, no irá la familia a cambiarlas por otras frescas. Porque ir al cementerio nos recuerda que estamos en este mundo de paso (lo que haya detrás lo dejo a la libre creencia del que lea esto) y que nuestro tiempo vuela.
Y a finales de semana, sólo un par de mujeres mayores, que visten ropa negra y andan despacito se cruzaran conmigo en mi paseo entre tumbas. Y seguro que se preguntan a quién tengo allí. Pero lo que no saben es que no tengo a nadie, sólo a los testigos mudos y muertos, que observan sin reprochar nada los cambios que estan llegando a mi vida.





La primera foto es de Simon Crubellier.
La segunda foto la tomé yo en el monasterio de Pskov. Si alguno de vosotros vais a Rusia os lo recomiendo (particularmente me gustó mucho más que la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo, pero me reitero en que yo soy rara)
El título es de una canción de Mecano.


Comments (1)

On 6 de noviembre de 2009, 18:47 , Aikoneko dijo...

En nuestra cultura normalmente los cementerios son sitios "chungos", sin embargo, a mi también me parecen lugares llenos de paz.

Me ha encantado esta entrada, en serio.

 
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