Hace muchos años, bueno algunos años, había una niña que quería ser enfermera. Esa niña cambió a criminología, informática, biología, informática… Al final, en un momento dado, decidió que ella quería probar eso de… “filología inglesa”. Al final el corazón (y una moneda lanzada al aire) decidieron que eso de filología inglesa sonaba bien. Y a la niña le salió bien.
Un tiempo más tarde, la niña, que ya no era tan niña, tenía 20 años, perdió la fe en la gente que la rodeaba. Era incapaz de levantarse de la cama, mirar a su alrededor con gente con la que compartía muchas horas y no sentir un vacío que le chupaba el alma. El corazón le pidió un cambio de aires y la niña cogió la maleta, una beca y se fue lejos… y aunque tardó mucho en reconocerlo, aquello cambió su vida.
Mucha gente le dice a la niña que no está bien vivir a base de corazonadas, pero ¿para que sirve tener el corazón si no le hacemos caso? Sentar cabeza debe ser incómodo…
Y todo esto ¿a qué viene? A que llueve, y a que estoy escuchando música de navidad, y a que a veces me agobio con todo lo que tengo que hacer, con un futuro un poco negro (o muy negro). A que el corazón me pide alas y últimamente sólo le puedo ofrecer el consuelo que dan algunas palabras escritas….


(Aunque no lo parezca estoy contenta... sólo que hoy echo de menos a algunas personas).