Con este triste juego de palabras quiero hablaros de dos películas que he visto últimamente. La primera es Mi nombre es Harvey Milk y la segunda es Huracán Carter. Aparentemente estas películas no tienen nada en común, pero como de todos es sabido que los de letras sabemos encontrarles parecidos filosoficos a un huevo y a una patata, intentaré encontrarles algún parecido hacía el final de la entrada.

La primera película fue Mi nombre es Harvey Milk, dirigida por Gus Van Saint (El director de otra de las pelis que quiero ver, El indomable Will Hunting) y tiene como actor principal a Sean Penn. La música está compuesta por Danny Elfman. Llamadme mitómana, pero sólo por estos dos últimos, tenía ganas de ver la película.

Cómo todos sabréis, la historia se centra en el político americano Harvey Milk, el primer cargo político estadounidense en declararse abiertamente homosexual y que luchó por los derechos de las minorías (no sólo de los homosexuales). Algo así como nuestro castizo Pedro Zerolo pero con menos pelo.

La película mezcla el rodaje normal, con algunas imágenes grabadas (o imitando ser grabadas) en 35mm que le da cierto aire de documental y sentimentalismo que está muy bien.

¿Mi opinión? La película está bien, pero se me hace lenta. Los directores/actores por muy comprometidos que estén, deberían saber que una película de más de dos horas (128 minutos, par dieu!) no es muy soportable. Y eso que yo la ví en mi casa, pudiendola parar cuando quisiera... Pero sin lugar a dudas, lo "más peor" de toda la película es Diego Luna. No lo digo porque salga haciendo de locaza con problemas de personalidad. Lo digo porque sale haciendo de locaza con problemas de personalidad pero no me lo creo. Me parece falso y un poco paquete... Quizás deberían haberle indicado donde estaba el set de Priscilla reina del desierto...

Otra de las pelis que he visto ultimamente ha sido Huracan Carter, del director Norman Jewison y cuyo reparto tiene como actor más conocido (y siendo realistas al menos para mí único conocido) a Denzel Washinton. La historia del famoso boxeador Rubin Carter, acusado de dos asesinatos y cuya mayor prueba en contra era su color.

La historía está contada prácticamente desde el punto de vista de un niño que vive en Canadá con unos "buenos samaritanos" que deciden ayudarle a ser alguien en la vida. Como lo de hacer el bien es una droga adictiva, los canadienses deciden echarle un cable tambien a Rubin, consiguiendo que salga en libertad.

La película me ha gustado, en serio. Es de esas pelis que se convierten en un "must". Sin embargo, cuando la veía, sólo pensaba lo hipócritas que somos los "hombres blancos". Y no lo digo por los canadienses, lo digo por los miembros de los jurados, los jueces, la policia... ¡¡Qué asco, joder!! ¿Y sabeis lo que peor cuerpo me deja después de verla? ¡Que todo eso pasó de verdad!

En definitiva, lo que me queda claro es que cuando se paertenece a una minoría, el camino es duro... y para triunfar hay que luchar.. .de la forma como sea...






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