Tengo muchas manías estúpidas, muchisimas, tantas que podría llenar un blog y aún sobraría espacio. Sin embargo, una de esas manías, confesable al menos en parte, es la de observar a la gente. Por suerte o por desgracia uso bastante el transporte público,que es uno de esos lugares donde la gente nos descuidamos y nos comportamos como el tipo de ser que somos (a veces más homo que sapiens) y donde en cierto modo es más fácil observar a la gente.
Gracias a observar en el autobús he podido ver la dureza de la enfermedad mental (al fin y al cabo, el bus que cojo para ir a trabajar pasa por delante del hospital) y la gente rota cuando bajan al tanatorio (bonito recorrido que tiene mi bus). En el autobús ves como la gente joven muchas veces carecemos de educación y nos sentamos mientras los ancianos se quedan de pie y como esa gente mayor te agradece con una sonrisa y un gracias que les cedas el sitio. En cierto modo, me siento un poco ladrona de sus vidas cuando los observo.
Es observando a esta gente mayor, con la cara llena de arrugas, como mapas de su vida, me hacen pensar, ¿Qué será de mi?
Hace un par de meses se sentó a mi lado un señor mayor, iba vestido de negro y tenía una serenidad envidiable. Tan pronto como se sentó a mi lado, y tras decirme buenos días, empezó a susurrar cosas en voz muy bajita. Yo pensé que me había tocado un loco al lado (en cierto modo, es lo que te esperas cuando pasa eso, ¿no?) sin embargo no se bajó en la parada del hospital, sino en la del tanatorio... mientras se bajaba me fijé en que llevaba un alzacuellos y un pequeño rosario en las manos.
No ha sido el único personaje curioso que se me ha sentado al lado. Recuerdo un viaje a Málaga(casi cuatro horas de autobús) en las que un señor mayor se sentó a mi lado y me contó su vida, como había emigrado a Alemania, como su mujer había muerto hacía unos años, como iba a Fuengirola a pasar el verano con su hija porque hacía menos calor que en Jaén...
En cierto modo, y aunque reconozco que no me gusta en el momento, es un regalo el que me hacen estas personas que se cruzan por mi vida... Me regalan un trozo de vida...
¿Y a que viene esto? Pues la verdad es que no sé, simplemente me apetecía contarlo.

Comments (1)

On 21 de abril de 2009, 9:21 , Sonia dijo...

Pues me parece una manía preciosa. Como bien dices, que te regalen un trocito de vida es algo inestimable, y es que toda vida es digna de ser vivida y recordada.

Me ha encantado tu entrada.

 
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